El sexo incomprendido parte I

Me da tristeza que ahora el sexo se reduzca a enviar nudes para calentarse y termine siendo un sexo incomprendido que consiste en «pasarla bien» mientras, el deseo se escurre en un coito que sucede a través de movimientos rápidos sin mesura ni sentimientos.

Y es que ahora, hombres y mujeres prefieren no involucrarse en el sexo porque, según ellos, el sentimiento significa enamorarse, lo cual lleva tiempo y termina en un «eterno sufrir».

Así que, si dos se gustan tienen sexo al calor de unos cuerpos que piden a gritos ser amados desde sus cárceles de creencias.

Pero, analizando bien, este tipo de «intimidad moderna» no resulta tan incomprensible como el hecho de que del otro no comprenda cómo funcionas tú más allá del coito. Acompáñame a leer esta inconcebible historia.

La supuesta comprensión sexual

La siguientes líneas cuentan una experiencia real, la mía. Así que ponte cómodo porque será como un chisme que, no te gusta, pero te entretiene.

Era un viernes de quincena. Me desperté a las 4:47 A.M. y me levanté a eso de las 8:40 A.M. como de costumbre. Inicié mi rutina de pilates, era el día 7 del reto, si mal no recuerdo.

A eso de las 10:30 A.M., llegó un mensaje de whatsapp de él. Ya era usual que me escribiera a esa hora preguntando «cómo estás hoy», a lo que yo respondía: «bien, bien, gracias y tú cómo estás», para que su respuesta acabara la conversación hasta el final de la tarde cuando volvía a asomarse en nuestro chat.

Pero, ese viernes la dinámica cambió. A las 7:47 P.M. no recibí el mismo mensaje de siempre, sino una invitación. Él: «Pati a qué hora terminas de trabajar, quiero verte hoy». Sentía curiosidad de conocerlo, entonces, le envié mi respuesta a las 8:02 P.M., «termino a las 9:30, si quieres podemos vernos a esa hora».

A las 9:52 P.M. pasó por mi. Al vernos, la reacción que tuvimos fue abrazarnos, sentí mi panza vibrar, pues, ambos estábamos deseosos. Cruzamos miradas, nos reímos tímidamente y a las 10:03 P.M. arrancamos a un bar de cervezas artesanales.

Llegamos a la bar a eso de 10:46 P.M. porque estuvimos dando vueltas por Santiago. Mientras recorríamos las calles desoladas de Providencia, emocionados y tomándonos las manos, hablábamos de sexo.

Le comentaba cómo concibo el sexo y lo rara que me he sentido al expresar mi sexualidad. En eso, me miró fijamente, sonrió y se mordió el labio inferior.

¿Habíamos comprendido todo?

Durante unos 5 minutos hubo silencio y miradas fijas. En el minuto 10 le salté encima y lo besé como si no hubiera un mañana.

Quería que termináramos la cita en un ardiente sexo divino y a las 11:23 P.M., después de ese frenesí energético que evocaba sexo y amor decidimos irnos porque ya estaban cerrando el bar.

Parecía que ambos nos habíamos comprendido en todo y que encenderíamos la chispa adecuada. A las 11:47 P.M., en la acera de una calle, nos paramos uno frente a otro, nos acercamos con nerviosismo, cruzamos miradas y dijimos: «no nos queremos ir a casa».

Un sexo totalmente incomprendido

A las 12:55 P.M. estábamos en el estacionamiento de mi edificio recostados cada uno en el asiento del auto conversando acerca de las energías y el sexo incomprendido que se vive hoy.

La mirada de él me decía que quería entregarse a mi. Nos besamos intensamente, la energía se volcaba hacía mi plexo avisándome que estaba lista para vivir el placer.

Pero a las 1:39 A.M. cuando decidimos irnos a vivir nuestra vibración dejó ver lo que realmente quería. Le expliqué qué me hacía sentir amada en el sexo, cómo me sentía cuando la entrega se daba sin reservas y para qué quería tener sexo con él esa noche.

Juro que pareció escucharme, me tomó de la mano todo el camino y sentí que compartía conmigo más que sus ganas. A las 3:49 A.M. llegamos a su casa y subimos a la habitación.

Todo marchaba según lo que dictaba nuestro pulso sexual y la pasión fue inminente, hasta que…

PD: comenta para la parte II de este chisme 😁.